¿Aún no te lo crees? Después de tantos años oyendo que los perros y los gatos sólo pueden comer pienso, es normal. En CRU llevamos años demostrando que hay otra forma, más natural, más real, más saludable. La dieta BARF se basa en una alimentación 100% natural y adaptada a la dieta evolutiva de nuestros carnívoros domésticos, se basa en devolver a los animales lo que la evolución ya había diseñado para ellos: comida real. Sin cereales, sin ultraprocesados, sin misterios. Puede parecer sencillo pero la comodidad de los piensos ha hecho que nos alejemos de ello y les estemos dando una dieta más parecida a la que necesitaría una gallina. Cuando comenzamos a alimentar a nuestros perros y gatos con los ingredientes que su organismo está diseñado para consumir, principalmente proteína animal, los beneficios son infinitos y visibles en muy poco tiempo.

Es un cambio que no sólo se nota en la comida, sino en la salud, la vitalidad, las digestiones, el aliento, la piel y el pelo. Es una transformación completa que se refleja desde dentro hacia fuera. Y lo mejor de todo es ver cómo tu peludo lo disfruta cada día.

¿Qué significa BARF y en qué se basa?

BARF son las siglas de Biologically Appropriate Raw Food, o lo que es lo mismo: Alimentación Cruda Biológicamente Apropiada (ACBA). La base de esta filosofía es sencilla pero poderosa: alimentar a nuestros animales según lo que su cuerpo está diseñado para digerir y aprovechar.

Esto se traduce en una dieta compuesta por ingredientes frescos, naturales y crudos: carne magra, huesos carnosos, vísceras, frutas y verduras. Todo ello en proporciones que imitan las presas que comerían en libertad. Para perros y gatos, que son carnívoros facultativos y estrictos respectivamente, esto significa una dieta rica en proteína animal y sin exceso de carbohidratos.

Frente a los piensos ultraprocesados, que suelen contener subproductos, harinas cárnicas y cereales como relleno, la dieta BARF es alimento de verdad. Nada más. Nada menos. Y como ocurre con nosotros mismos, cuanto más real es lo que comemos, mejor funciona todo nuestro organismo.

¿Por qué en CRU no creemos en los piensos?

Durante décadas, el marketing ha jugado un papel clave en moldear la forma en la que alimentamos a nuestros animales. Se nos vendió la idea de que un saco de croquetas secas, altamente procesadas y con una lista de ingredientes impronunciables, era la mejor opción para la salud de nuestras mascotas. Comodidad, precio, "nutrición completa"... un mensaje bien construido que, con el tiempo, se ha demostrado peligroso.

Muchos de esos piensos que se encuentran en las estanterías de supermercados o clínicas veterinarias están compuestos en su mayoría por subproductos animales (picos, patas, plumas, harinas cárnicas de tercera categoría), cereales como maíz o trigo en proporciones altísimas, y una mezcla de aditivos, colorantes y conservantes diseñados para aguantar años en un envase cerrado. Muy lejos de lo que un perro o un gato debería comer. El problema no es solo lo que contienen, sino lo que no contienen: carne fresca, nutrientes biodisponibles, humedad natural, variedad real. Y eso tiene consecuencias. Los efectos acumulativos del consumo de pienso a largo plazo pueden traducirse en problemas silenciosos al principio, pero graves con el tiempo:

Problemas digestivos crónicos: vómitos, diarreas, flatulencias, inflamaciones intestinales.

Enfermedades renales o hepáticas por sobrecarga de toxinas y residuos.

Alergias e intolerancias alimentarias, muchas veces provocadas por los cereales o las proteínas desnaturalizadas.

Problemas en piel y pelaje, sarro persistente y mal aliento.

Obesidad, ansiedad alimentaria y pérdida de energía generalizada.

La industria del pienso no solo ha invertido millones en fabricar productos baratos y duraderos: ha invertido aún más en hacernos creer que no existe alternativa. Campañas publicitarias omnipresentes, acuerdos con veterinarios, patrocinios en universidades y una presencia constante en medios hacen que el pienso se perciba como la "opción segura". Pero no lo es. El poder del marketing ha conseguido que dar a tu perro o gato croquetas secas repletas de cereales se vea como un acto de responsabilidad. Sin embargo, detrás de esa comodidad aparente hay consecuencias que muchas familias conocen bien: alergias, diarreas frecuentes, sarro imposible de eliminar, bajones de energía o problemas renales. Todo eso se traduce en una solución que a priori parece la mejor en calidad-precio pero que a la larga sale muy cara: visitas al veterinario, pruebas, medicaciones crónicas y, sobre todo, sufrimiento para quien más queremos.

Muchas veces lo que parece más barato en la etiqueta, acaba saliendo mucho más caro con el tiempo. No solo en dinero, también en salud, en calidad de vida y en años de bienestar que podríamos haber ganado.

Origen y evolución de la dieta BARF

La popularización del concepto BARF se debe al veterinario australiano Ian Billinghurst, quien en los años 80 empezó a observar una correlación entre el aumento de enfermedades en perros urbanos y el cambio en su alimentación. En lugar de comer lo que siempre habían comido (carne, huesos, restos reales), ahora se alimentaban a base de croquetas secas llenas de conservantes.

Billinghurst propuso volver a lo esencial. A lo natural. Publicó libros que revolucionaron el sector:

Gracias a su enfoque, miles de familias comenzaron a replantearse cómo alimentaban a sus animales, y surgió un movimiento global que sigue creciendo. Hoy, la dieta BARF se practica en todo el mundo, con el respaldo de veterinarios especializados, estudios científicos y, sobre todo, de quienes la prueban y ven los resultados.

Apoyo científico y voces expertas

No estás sol@ en este camino. Cada vez más veterinarios se posicionan a favor de una nutrición más consciente y biológicamente apropiada. Profesionales como Karen Becker, el doctor Tom Lonsdale o la Raw Feeding Veterinary Society han investigado, documentado y compartido públicamente los beneficios de la alimentación cruda.

De hecho, mucho antes de que se acuñara el término BARF, ya existían estudios que demostraban la superioridad de una dieta natural. El más conocido es el de Francis M. Pottenger, quien entre 1932 y 1942 alimentó a más de 900 gatos con diferentes tipos de dieta. Los gatos alimentados con carne cruda y leche cruda mostraron mejor salud, fertilidad, pelaje y esperanza de vida.

¿Quieres conocer estos estudios y sus autores? Visita nuestra página sobre qué dicen los expertos y veterinarios de la Dieta BARF donde profundizamos sobre este tema con enlaces y referencias.

Beneficios de la dieta BARF en tu perro o gato

El impacto de una alimentación cruda y natural es visible en pocas semanas. Y no es solo una cuestión estética: va mucho más allá del brillo del pelo o la firmeza de las heces. Hablamos de bienestar general, de prevención de enfermedades, de recuperación del instinto y la vitalidad. Aquí tienes una lista (incompleta) de beneficios:

Más energía y actitud positiva

Notarás cómo cambia su comportamiento, se vuelve más activo, alegre y con ganas de jugar.

Pelo brillante y piel sana

Menos picores, irritaciones o caspa. La muda inicial puede ser intensa, pero luego aparece el pelaje fuerte y saludable.

Dientes limpios y aliento fresco

Los huesos carnosos actúan como cepillo de dientes natural.

Cacas más pequeñas y menos olorosas

Su cuerpo asimila mejor lo que come y genera menos residuo.

Mejor digestión y absorción de nutrientes:

Ideal para perros y gatos con estómagos sensibles.

Peso equilibrado

Sin necesidad de contar calorías. Comen lo que necesitan, ni más ni menos.

Menos alergias e intolerancias

Al eliminar cereales y aditivos, disminuyen los problemas dermatológicos o gastrointestinales.

Hidratación interna

Al estar compuesta por alimentos húmedos, no necesitan beber tanta agua y los riñones lo agradecen.

Mejora en casos de problemas urinarios

Especialmente en gatos.

Reducción de bolas de pelo

Gracias a un sistema digestivo más fuerte.

Sistema inmunológico reforzado

una buena flora intestinal es la base de un cuerpo sano.

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¿Cómo empezar con la dieta BARF sin complicarte?

Cambiar de alimentación puede parecer abrumador al principio, pero en realidad, el primer paso es mucho más fácil de lo que crees. Lo más importante es hacerlo de forma progresiva y con el acompañamiento adecuado. En CRU hemos creado un sistema pensado para facilitarte el camino desde el primer día.

¿Qué necesitas saber?

  • Menús de iniciación: diseñados con ingredientes suaves y combinaciones fáciles de digerir, para que tu perro o gato se adapte sin estrés. Especialmente recomendados si nunca han comido crudo.
  • Calculadora de porciones: porque cada animal es único. Nuestra herramienta te ayuda a ajustar las raciones exactas según su peso, edad, nivel de actividad y objetivo (mantener, ganar o perder peso).
  • Guía de transición paso a paso: con consejos claros, tiempos recomendados y señales a observar durante el proceso. No necesitas experiencia previa, solo ganas de hacerlo bien.
  • Asesoramiento personalizado por WhatsApp: nuestro equipo nutricionista te acompaña durante el proceso, para resolver cualquier duda que tengas.

Y lo mejor es que no tienes que hacerlo todo de golpe. Puedes probar con nuestro Pack de Degustación BARF, observar cómo responde tu peludo, y a partir de ahí, avanzar con seguridad.